El tren llegó a la estación final hacia las cinco de la mañana. Recorrimos despacio las callejuelas, débilmente iluminadas. No tardamos en llegar a la plaza, inmensa, solitaria, hermosa incluso en la oscuridad.
Esperamos el amanecer sentados cerca de barcos y góndolas.
El sol apareció despacio y la luz despertó las aguas de mares y canales y reflejó la belleza de los edificios. El ensueño de Venecia se descubrió ante nuestros ojos. Una ciudad más allá de la realidad.
Venecia. Venezia. La belleza o, mejor, en italiano, la bellezza.
Regreso a Venecia después de años de aquel viaje de iniciación, a los dieciocho años. Primera salida fuera de España, primer amor. Un excepcional trayecto de descubrimiento.
En esta ocasión llegamos a la hora de comer a la plaza de San Marcos. Aunque es diciembre y las nubes amenazan lluvia, los turistas llenan la plaza.
Todo es distinto, pero la belleza de Venecia -la bellezza- late en cada piedra. Una belleza que resulta indescriptible. Se pueden describir cada uno de los elementos que compone el conjunto, pero no hay palabras que puedan hacer justicia al efecto global.
Alguien me dice que Venecia es un sueño. Otra persona me recuerda el síndrome de Stendhal. No sé. Solamente en la plaza de San Marcos he sentido la fuerza de la belleza, que oprime, revuelve, deja sin respiración y lleva hasta la lágrima. La alegría de vivir ese momento y la tristeza de la consciencia de su finitud: el momento pasa, estás condenado a perderlo.
No amanecí en esta última ocasión en Venecia, pero recorrí a fondo la ciudad, feliz, recordando, sintiendo el privilegio de haber podido regresar para admirar de nuevo»la bellezza».
He regresado a Venecia y he regresado al italiano, idioma que estudié muy joven. Adormecido, empieza a despertar.
Durante el recorrido he grabado y he realizado fotos de una parte de Venecia, en ningún momento la plaza de San Marcos. No creo que esa belleza se pueda capturar, pero probablemente valga la pena intentarlo.
Siempre querré volver a ese lugar donde, tiempo atrás, una mañana de verano descubrí la belleza. La bellezza.
Torneró.