El tren llegó a la estación final hacia las cinco de la mañana. Recorrimos despacio las callejuelas, débilmente iluminadas. No tardamos en llegar a la plaza, inmensa, solitaria, hermosa incluso en la oscuridad. Esperamos el amanecer sentados cerca de barcos y góndolas. El sol apareció despacio y la luz despertó las aguas de mares y …