Una nube a través de la ventana. La luz rojiza de ciertos atardeceres. Mi gata durmiendo agarrada a una manta. El olor de una naranja. La máquina de escribir sin una tecla de mi padre. El color tostado de la madera. La fotografía de una celebración familiar. La suavidad de una almohada. Tom Sawyer y la niñez asomándose a mi mesa de trabajo.
Los libros, amigos, compañeros. Los planos que me interrogan en el montaje que me ocupa estos días. La música recorriendo los recovecos de la tarde. Bailar descalza por el pasillo. Las caracolas que recuerdan mares y veranos. Una orquídea brillando entre los cacharros de la cocina. El silencio. Las películas por ver. Los vecinos conociéndose de balcón a balcón en el aplauso repetido de las ocho.
Lo que nos rodea. La belleza. Instantes. Objetos. Momentos. Están muy cerca, apreciarlos es cuestión de fijar la mirada.
La música de la tarde ha traído su voz. Todo el mundo le recuerda hoy en redes.
Algunas de sus canciones han sido música de fondo de la vida de mucha gente.
Escuchando sus canciones, he parado en la letra de una de ellas:
«Míralos como reptiles,
Al acecho de la presa,
Negociando en cada mesa
Maquillajes de ocasión;
Siguen todos los railes
Que conduzcan a la cumbre
Locos, porque nos deslumbre
Su parásita ambición.
Antes iban de profetas
Y ahora el éxito es su meta;
Mercaderes, traficantes,
Más que nausea dan tristeza,
No rozaron ni un instante
LA BELLEZA.»
Una carrera hacia un éxito que es nada lleva mucha gente fuera de la belleza, que está al lado, al alcance de la mano.
«Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo,
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar en tu mirada
La belleza.» Luis Eduardo Aute
Y con este párrafo de «La belleza», ante el que sobra cualquier comentario, vuelvo a la creación, la belleza de la edición de una película, en este caso, un documental.
Buen viaje, maestro.
P.D Para los interesados en la figura de Aute, muy recomendable el documental AuteRetrato de Gaizka Urresti.