México es hoy una carretera que avanza entre montañas verdes.
Nubes suaves aprietan el horizonte y dejan hueco a unos pocos rayos de sol que esparcen aquí y allá su luz anaranjada en el paisaje.
Todo por delante. Ciudades, historias, grabaciones. La vida intensa, a veces surrealista de este país enorme.
La ilusión de un primer viaje -nunca antes visité México- es inigualable. Podré volver o no, pero nunca sentiré el impacto de este primer viaje.
Escribo estas líneas mientras viajo en un autobús entre Guanajuato y México DF.
Guanajuato, ciudad bella, tranquila y turística, ha sido una entrada suave a este país impetuoso, de fuertes contrastes.
Alguna persona que he conocido en Guanajuato espera conocer mi impresión de la Ciudad de México a mi regreso. Porque el viaje mexicano comenzó y acabará en Guanajuato. Veremos. Todo por descubrir.
He tenido la fortuna de grabar a algunas personas interesantes en Guanajuato. Personas humildes, especialmente, que sorprenden con su saber estar y un excelente dominio del lenguaje en las grabaciones. Generosas y «platiconas», como dicen por aquí.
Un aprendizaje. De cómo usar la cámara en investigaciones antropológicas, hablamos brevemente en una charla con alumnos de la Universidad de Guanajuato. Al final de la charla, concluimos que, más allá del conocimiento o la técnica, es necesaria la pasión, en el cine, en la investigación, en la vida. La pasión que te impulsa a vencer obstáculos, a ir más allá, a arriesgar, a seguir. A vivir sin dejar pasar los días.
Apasionadamente observo el paisaje mexicano que viaja al otro lado de la ventanilla..
Mucho por recorrer, por grabar y por vivir en México, aunque el reloj del regreso avanza rápido.
Quiero saber más…¡me he quedado picao’!…