Ojalá que la tierra no te bese despacio.. Ayer en una pequeña sala de Caranbanchel asistí a un monólogo de un actor, amigo. Viví desde la primera fila su esfuerzo por componer el personaje, por crear, por hacer creer a los espectadores su historia. En un momento de la obra suenan los acordes «Una mujer con sombrero» de Silvio Rodríguez y viajo mentalmente a mi querida Habana. Al final los caminos nos conducen siempre a los espacios y momentos que han sido motor y cambio. Y hoy, la inercia me ha hecho estar tarareando mentalmente a Silvio, otra canción… Ojalá que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda… Ojalá que se acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta…ojalá pase algo que me borre de pronto… ojalá pase algo…una luz cegadora… en todos los segundos, en todas las visiones.
Y así con esa letanía, que hacía mucho que no recordaba, girando en mi cabeza y un día de no parar, entre tarea y tarea, pienso en la creación. ¿Qué lleva a un actor a arriesgarse en un monólogo de una hora? ¿A un escritor a lanzarse al vacío en un poema? ¿A un cineasta a tirarse años levantando un proyecto?
Cada cual tendrá que responder como pueda. Para mí la respuesta llegó en el Malecón de La Habana. Allí supe que en mi horizonte siempre estaría el cine, cuando decidí levantar por tercera vez, debido a problemas técnicos, un rodaje (el de «Confluencias») por el que nadie daba un duro. Allí supe que sin la intensidad de esa emoción que es la creación (y todo lo que supone en el caso del cine), la vida quedaría vacía.
La creación es como la respiración. Si no está, viene el ahogo. La creación es salvación, te libra del abismo, a veces hundiéndote un poco, para luego liberarte. Crear es juego y sombra. No hay manual de instrucciones. Es maravilloso y también tremendamente cruel. Un viaje interminable a las profundidades de uno mismo, de los demás, del mundo. Crear, intentarlo, es emprender un viaje a un horizonte al que nunca se llega.
En estos días en que preparamos la Semana del Cortometraje y vivimos alrededor la energía de tantos creadores, solo podemos sentir agradecimiento por tener tan cerca la vida y las historias de tantos compañeros del cine que, con su aliento, nos hacen cada día creer de nuevo que la magia de la creación -en cualquier disciplina- siempre nos lleva a caminos mejores, aunque el trayecto no siempre sea cómodo.
Creer creando. Crear creyendo.
CREAR. CREER.
A Juan. A su esfuerzo, al que hará durante la Semana del Cortometraje.¡Muchas gracias!