Esas mañanas de sábanas blancas y aroma de primavera.
Esos momentos en que no eres nadie ante el otro, en que el otro no es nadie ante ti, dos mundos extraños que se acercan y sueñan.
Esa luz que nace a lo lejos en amaneceres que no terminan de llegar.
Esa mirada que se asoma a la tuya y pregunta en silencio.
Esa respiración que agota el tiempo, que se cruza con el latido extraño de tu recuerdo.
Esa sensación de haber vivido un momento otras veces, en otra vida, en otro espacio.
Esa luz que deja el eco de una palabra apenas susurrada.
Esa hermosa verdad de descubrirse en el otro.