Domingo por la mañana.
Hay nubes dibujando el perfil de Madrid. Desde la terraza de uno de los edificios de Gran Vía, los tejados avanzan hacia el horizonte. En cada una de las miles de ventanas la vida rastrea resquicios para la ilusión más allá de las fronteras de la rutina.
La calle desde la planta ocho parece un escenario, la maqueta de una película.
Los ojos recorren el panorama de la ciudad. En los pocos minutos de espera, las calles de Madrid multiplicándose hacia el horizonte se mezclan con imágenes de los últimos once años. El recuerdo viaja atrás y adelante, rompiendo cronologías, saltando entre pasado y presente. Muchas de las imágenes tienen una sala de cine como escenario y al fondo, una pantalla, que refleja mil historias. Delante, a un lado, un micrófono de pie al que se acercan en planos sucesivos muchos soñadores, más de 400, que cuentan anécdotas de sus trabajos, agradecen, vibran… se ilusionan. Mientras, decenas de planos se suceden en la pantalla del cine y en la retina de la memoria. Comedias que relevan a dramas que reemplazan a películas de suspense…. hasta volver al principio.Directores y equipos llenos de ilusión, con la pantalla detrás, en vestíbulos de cine atestados de gente, saludando a gente, dedicando premios.
¡Qué suerte haber vivido 11 años del mundo de ilusión de un festival, de tanta gente!
La mirada se desplaza a la línea en la que los edificios de Madrid se unen al cielo parcialmente nublado de este domingo. Y en esa línea el recuerdo son los rostros en primer plano de tantos, emocionados, sorprendidos, después de oír el aplauso del público en la sala.
¿Qué hay más alla de esa línea del horizonte? El sol quiere abrirse camino entre las nubes. En el futuro, otros cineastas, aplausos renovados, nuevas historias. La ilusión genera ilusión. Es difícil escapar de ese bucle de ilusión, ganas y energía de la creación, aunque las condiciones de puesta en marcha de los proyectos sean complejas, esa espiral continúa. Tiene que continuar.
Maravilloso trabajo, necesario, el de un festival de cine: apoyar y generar ilusión, mantenerla, hacer que crezca.
La puerta de la terraza se abre. Hora de entrar en antena a hablar de cine e ilusiones, de la Semana del Cortometraje, justo el último día de proyecciones.
Una última mirada al horizonte y a los recuerdos. Plano a plano, la ilusión de los proyectos audiovisuales crece, se hace realidad. También pasa con los proyectos culturales de promoción del cine. Película a película, sesión a sesión, con la difusión se va generando un espacio más amplio de ilusión. Esa es la historia de la Semana del Cortometraje y de tantos festivales de cine: ganar, edición a edición, terreno a la ilusión.
Entramos en antena.
El domingo 19 de mayo, desde una terraza de la cadena Ser, antes de vivir la última entrevista de la Semana del Cortometraje en A VIVIR…, recordando los últimos años de este proyecto. Sintiendo LA ILUSIÓN.
Muchas gracias Pilar por lo bien que expresas la satisfacción ante el éxito, de un duro trabajo, bien hecho y con mucho cariño,