Una calle estrecha. La sombra del atardecer cayendo sobre fachadas de casas bajas. Al fondo, un monte verde iluminado por un sol anaranjado que anuncia el declive del día. La cámara graba el último plano de la jornada, también el último plano de los días pasados en un pequeño pueblo alcarreño, que se pierde al final de una estrecha carretera. Allí empezamos hace ya un año nuestro rodaje, de días espaciados a lo largo del tiempo.
A pesar de la discontinuidad del rodaje, la sensación es la misma que al acabar cualquier otro: vacío, inseguridad ante lo grabado y ante las decisiones del montaje que vendrá, pérdida de la emoción que supone el rodaje, con la espera e ilusión de los planos por hacer y la sorpresa ante lo que ocurra en las horas intensas de grabación.
Sentimientos contradictorios. El material está completo y pocas cosas importan y deseas más que tener la grabación cerrada cuando aún queda rodaje por delante. Sin embargo, al finalizar sientes una mezcla de vértigo y nostalgia. La «depresión postparto» acecha con frecuencia tras los rodajes y supone mucho más que cansancio después de un gran esfuerzo emocional y físico.
El descubrimiento que se hace de facetas de uno mismo durante esa intensidad casi siempre es denominador común. Sorprende y es difícil renunciar a esa sensación a veces de cambio, de superación, de descubrimiento de un caleidoscopio nuevo de matices y sensaciones.
Hoy, desde Madrid sigo paseando las calles de ese pueblo y dibujando los rostros que se han dejado fotografiar para «Demolición», nuestro cortometraje, una pequeña pieza que será obra de la gente que vive allí, abierta, habladora y afable. Se han hecho querer y les queremos. También recordando épocas lejanas, que no hemos tenido oportunidad de vivir, pero que fueron coetáneas de algunos familiares. El pasado y el presente han jugado a confrontarse en algunos planos. En esta primera jornada tras el final de la grabación la memoria gira en espiral y me devuelve una y otra vez a aquellas tierras alcarreñas. Queridas tierras.
Y entre las imágenes que se repiten y juegan entre ellas a montar mil historias en mi cabeza, hay una que cobra más y más importancia: una reja en la fachada de una casa… Pero no entremos en esa historia, que intentará contar más adelante «Demolición», después de toda la etapa de postproducción. Aún mucho camino y muchos descubrimientos por delante.