Al borde del camino, poemas y sorbos de vida.
¿Dónde está el límite de la cordura/la locura? ¿Qué vuelta de tuerca provoca el desajuste con esa “normalidad” convenida, tan discutible? ¿Una inteligencia deslumbrante puede llevar a fijar la mirada en las sombras del paisaje, en las sombras de la nada? ¿Qué conduce a alguien extraordinariamente lúcido a vivir gran parte de su vida entre los muros de psiquiátricos?
Miedo y morbo parecen ir de la mano de los males psiquiátricos. Parecen provocar pavor y, a la vez, una atracción compleja hacia “el distinto”: ¿qué causas le han llevado ahí? ¿cómo se llegan a cruzar los límites, frágiles, del equilibrio?
Las heridas de la infancia, de la familia, de un país que dejaba atrás una dictadura, de una sociedad que necesitaba cambios radicales en tantas cuestiones.
Las heridas.
Tres hermanos y una madre. Danzando entre las sombras del pasado. Danzando en el borde del precipicio de un futuro que se aventuraba sombrío.
Dos películas. “El desencanto” de Jaime Chávarri. “Después de tantos años” de Ricardo Franco. Una familia, los Panero, en 1976. La misma familia en 1994.
Dos directores que se acercan a dos momentos de vida de estas personas. A las sombras que se ciernen en el momento de juventud de los hijos, en un primer momento. A la filmación de los terremotos emocionales de la madurez, en la segunda película.
“El desencanto”. Gran título. Quizás ahora que vivimos la espiral del desencanto de los desencantos, podemos entender, con la perspectiva del tiempo además, la historia terriblemente dramática de los Panero. Nuestra historia.
La muerte de Leopoldo María Panero cierra la historia familiar. No hay descendientes. Punto y final. La nada.
La historia de esta familia ha atravesado los últimos cuarenta años de la historia de nuestro país. Sobre los Panero queda su obra literaria y películas. Versos e imágenes que son documento y que también rozan en muchas secuencias la poesía. Quizás este punto y final coincide con un momento en que un ciclo histórico se apaga.
Leo noticias sobre el fallecimiento del poeta. En un gran porcentaje la información incluye la denominación de “poeta maldito”. ¿Quiénes son los “malditos” y también quiénes son entonces los poetas “benditos”? ¿Por qué la utilización de esa palabra que sitúa al autor en los márgenes?
Leopoldo María Panero, nos deja la lucidez de sus versos. Blancanieves se despide de los siete enanos. Está en venta el jardín de los cerezos.
Descanse en paz, poeta.
BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
Leopoldo María Panero