A veces es preciso hacer un paréntesis, parar y tomar un respiro para después volver al punto de partida con más fuerza.
Un proyecto de novela, “Detente, olvido”, fue el origen. Cinco capítulos escritos de una narración dramática con un duro tema de fondo: la enfermedad de Alzheimer. No es fácil hablar de viejos temas conocidos. Puedes cambiar el ángulo, inventar un personaje que nada tenga que ver con quien escribe, situaciones nunca vividas, pero los restos del dolor buscan siempre un hueco por el que salir a la luz.
La novela pedía un tiempo muerto, que la vida, otras lecturas y escrituras, hagan crecer la historia para continuar su elaboración más adelante, en un momento no preciso, pero que llegará.
Y mientras “Detente, olvido” descansa y madura dentro de la cabeza de su autora, como la historia que siempre tendrá la necesidad de contar, en un punto intermedio entre el azar y la voluntad, surge un pequeño cuento titulado “El cruce” que, de forma inesperada, fragua la idea de una serie de relatos. Pequeñas historias de amor que terminen de un modo positivo, entendiendo esto último de una manera muy abierta. Esa es la línea fundamental que marqué cuando sentí la necesidad de escribir un segundo relato y un tercero, y seguir escribiendo. El drama de la novela interrumpida me lleva a ir en busca de zonas de luz en los relatos, que a veces quieren ser luminosos, otras veces finalmente derivan en melancolía, pero en los que siempre quiere prevalecer, como tema común, la voluntad del amor y la posibilidad de derribar barreras.
A día de hoy van ocho relatos escritos y publicados en el blog y hay otros cinco a medio camino. Algunos parecen haber tomado vida propia y sus personajes conviven conmigo buscando el mejor de sus destinos, el desarrollo correcto, el final más limpio para trama y personajes.
Estas pequeñas historias cuentan cada una con su título propio, pero también guardan un título común que nació, he de reconocerlo, por eliminación. Mi trabajo en facetas de promoción del cine, generaba el automatismo de un título que tantas veces hemos utilizado en la difusión del cortometraje: Amores “en corto“. No podía ser. Descartada esta opción, como un proceso natural, surgió el título “Amores mínimos”.
No sé si estos “Amores mínimos” nos llevarán algún día a realizar algún compendio en un pequeño libro, quizás digital, no sé hasta dónde crecerán, cuando pedirán también un descanso. De momento seguirán acompañándome y dando imaginación y trabajo a mis horas de escritura frente al ordenador.
Estoy disfrutando mucho con estos amores escritos y espero que, alguno de vosotros, también encontréis en ellos pequeños respiros, paréntesis en los que una amiga os cuenta, casi al oído, historias de personajes distintos en su edad, su tipo de vida, sus objetivos vitales, pero unidos por compartir un sentimiento amoroso que da luz al camino de su rutina diaria.
Muchas gracias por vuestra lectura. Por estar ahí. Hasta muy pronto.
Leerlos es un placer, y este génesis ha sido clarificador. El título genérico me gusta, me gustó desde el principio.
Gracias a ti por regalárnoslos. Y saludos hasta muy pronto.
Muchas gracias a ti, Pilar, por compartir estos preciosos AMORES MÍNIMOS. Es un auténtico placer leerlos. Tienes un gran talento para escribir y emocionar. Espero con ganas más relatos y también «Detente, olvido»… Un beso.
Silvia, mil gracias por estar ahí, por tus palabras. Que sepas que también esperamos esa novela que nos va a transportar al Norte. Nos veremos pronto, seguro, un abrazo.
Muchas gracias, Alan, por leerlos y seguir su rumbo. Hasta pronto. Un abrazo.