Para que no se enteren de que me he marchado los árboles, el río y la ladera de la montaña, escribiré poemas recordando la belleza del lugar oculto y de naturaleza extraña donde he conseguido ordenar mi libertad. Ahora que el tiempo apremia y la vida parece extinguirse, hay que dirigir el paso hacia lo imprescindible. Me marcho a arreglar cuentas con los años que dejé atrás en otros horizontes. Llevo conmigo la esencia de este paisaje y un cuaderno en el que escribiré cada día. Para no perder el detalle de la hoja cayendo con el viento, del rumor del río o del olor de la lluvia filtrándose suavemente en la tierra.