Tras esos cristales rotos, esa madera desvencijada, esa reja herrumbrosa, mi abuela, sentada en una mecedora, mira a un punto indeterminado. La ventana está abierta, en la calle se oyen las risas de niños jugando y mi abuela mira a lo lejos, como mira quien ha regresado de mil batallas y quiere ahora detenerse a …