Hay pocos hombres que me resulten elegantes con sombrero. Él era uno de ellos. Veo imágenes de su sombrero, encima de una silla, esperándole, mientras él pronunciaba un discurso emocionante en la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias, en 2011.
El tiempo pasa, nos deteriora y, finalmente, nos lleva.
Cohen explicó su viaje final hace muy poco, en su último disco: «You want it darker». Es bella la idea de despedirse a través de canciones, de poesía cantada. Quizás sea un alivio tener la oportunidad de decir adiós y dejar el legado de sentimientos y pensamientos en tus últimas canciones.
El catarro me está venciendo en estos días de mucha actividad. He hecho una parada en casa para descansar un rato antes de ir a Alcalá de Henares a la gala de entrega de premios de ALCINE. Recostada en un sillón, oigo algunas de sus canciones y siento el paso del tiempo de Cohen como algo propio, vinculante, que me entristece. Es una sensación extraña echar de menos a quien no has conocido nunca. Ocurre con esos maestros que han significado cambio, reflexión y avance en nuestra vida.
Cuando era muy joven alguien muy querido por mí me regaló «El juego favorito», una novela de Cohen que devoré. Detrás de ella, sus poemas-canciones, el regalo de sentir, en algunas letras, una forma de escribir, una forma de comunicarse con el mundo que resultaba familiar sin serlo en absoluto.
Hace unos meses, alguien también muy querido que se ha ido lejos, colocó en su muro de facebook la canción «So long Marianne», dedicada a Marianne Ihlen, un gran amor de Cohen, con motivo de su fallecimiento. Coincidió con mi cumpleaños y la música y la letra de esa canción me acompañó sin descanso ese día de agosto, a lo largo de mi viaje al sur más al sur.
«Si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía», bella despedida de Cohen a su amor.
Las palabras y la música que te acompañan en distintos momentos, a lo largo del tiempo, son tesoros.
¿Qué es un poema? Un viaje, una emoción, un trazo de lo que somos, quizás.
¿Qué es un poeta? Cualquiera, cuando una frase se convierte en melodía y resuena el alma del autor en el alma de quien la escucha.
«La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista», dijo Cohen en su discurso en Asturias.
Bendito territorio el de la poesía.
«Solamente cuando por fin leí las obras de Federico García Lorca, fue entonces cuando comprendí que había una voz», también dijo Cohen.
Bendito descubrimiento. Ese momento, sagrado, en que una palabra, la palabra de otro, te descubre tu palabra.
Salgo de casa corriendo hacia Alcalá pensando en los maestros que nos enseñan la palabra. Al coger el abrigo se cae un sombrero del perchero y pienso en el sombrero de Cohen esperándole en sillas infinitas.
Amigo nunca conocido, poeta, nos encontraremos en el horizonte de tu obra. Bailemos hasta el final.
Que bonitas tus palabras para Leonard Cohen, al que llevo escuchando desde hace muchos años y nunca me cansare de recordarle a través de esas canciones que siempre han estado ahí y forman parte de mi vida. Cuidate Pilar que dentro de poco tenemos que hacer por desayunar juntas. Bss
Muchas gracias, Charo!!! Nos vemos pronto! Abrazos!