El lunes se celebró la gala de nominados a los premios Goya. En el camino hacia el Teatro Real, frente al Palacio, un tiovivo paró mis pasos. Los colores vivos, las formas barrocas de las figuras y ese movimiento que se inicia lento y va cobrando velocidad mientras los caballitos suben y bajan dando vueltas y miran la ciudad, me detuvo.
La noche había caído ya y el tiovivo estaba vacío. Aunque su luz inundaba aquella parte de la plaza y la esquina del palacio, aquella ausencia de niños daba un toque melancólico al lugar y al momento.
Contemplando el ir y venir de los caballitos, aparte de hacer un viaje a la infancia (¡cómo disfrutaba de niña con estas atracciones!), pensaba en el ir y venir del mundo actual, en las mejores y peores noticias del día. El mundo gira y, como un tiovivo, va arriba y abajo, se mueve lento, a veces se para, y a veces como esa noche, situándote como espectador, ves que el tiovivo lleva su ritmo. Todo es un cúmulo de circunstancias -desgraciadas y temibles circunstancias, en ocasiones-. Pero llega otro día y el tiovivo de la vida continúa su marcha.
Después de hacer unas fotos y algún video con diferentes tamaños de planos de los caballitos, continué caminando despacio hacia el Teatro Real, observando la belleza de la plaza, la iluminación de los edificios, mirando de tanto en tanto hacia atrás para ver el tiovivo y pensado en los compañeros nominados a los Goya y a todos los premios de estas semanas. Ellos también están en un tiovivo iluminado, subiendo y bajando el carrusel de las emociones, viviendo a fondo cada vuelta del camino. Ojalá todos ellos disfruten de estas luces y emociones muchas más veces. Porque el tremendo trabajo que requiere cualquier película, bien merece la recompensa de este tiovivo.
que hermoso tiovivo y la comparación con las circunstancias de la vida y los recuerdos que nos despiertan de nuestra infancia. Cerca de casa en la estación de ferrocarril dos o tres veces al año llegaban pequeñas ferias, circos y claro con tiovivos y ruedas de la fortuna. Con placer llevaba a mis hermanos pequeños a divertirse. Cuando la feria se iba reanudábamos nuestros juegos bajo la mirada de nuestra madre.
Gracias Pilar por compartirnos tus vivencias.