lacalledelavida

Cine y escritura

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Nada más allá de nuestra distancia.

Eres una mirada ajena, un espejismo que vive en el cuerpo de un viejo amante. No eres nada.

Camino por los territorios de antaño, las calles de la infancia de los sentimientos. Busco a aquel que fuiste, a aquella que te amó, la vida que ya no es.

No estamos.

En mi caminar me cruzo con una chica de poca edad y teléfono ultramoderno.

“Te quiero tanto que me duele” dice hablando al viento, mientras camina con paso de galgo.

Sorprendida, me detengo y la observo. Continúa hablando mientras su andar avanza casi a ritmo de saltos. Su conversación, lejana, deviene en un rumor confuso. Su frase, esa frase, se ha esparcido en el aire de esa esquina que tantas veces hemos andado tú y yo, querido extraño. No hay más palabras que esas palabras.

“Te quiero tanto que me duele”

El eco de cada sílaba atraviesa las verjas de cada balcón, solivianta las aceras, detiene el paso de los automóviles que vagan sin rumbo en este barrio antiguo, bello. Todo se detiene, hasta el murmullo de los televisores más allá de las fachadas. Este pequeño mundo que fue tuyo y mío parece respetar ese mensaje de puro amor colgado del viento.

La chica desaparece a lo lejos y, sin embargo, pervive su ardor en el silencio.

Y esa frase me impregna y solo quiero volver quererte de esa manera rotunda. Tirarme como antaño al abismo de tu presencia.

Camino saltarina buscándote detrás de las esquinas, rescatando aquel tú que eras tú, aquella que era yo. Vuelve a mí, la punzada, el delirio.

Porque “te quiero tanto que me duele”.

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